En primer lugar me gustaría pedir disculpas por la poca disciplina que estoy manteniendo a la hora de actualizar este blog que tengo tan abandonado, y es que esperáis tanto de mí que me abruma el pensar que no estaré a la altura de vuestra categoría. Eso y la mala leche que me genera la actualidad y el quehacer diario dificultan mi ánimo de seguir siendo objetivo y de mantener la búsqueda de la Verdad. Una tarea complicada, no remunerada y que muy pocos comprenden, pero como muchas veces he dicho saberme poseedor de este conocimiento me empuja a comunicarlo como sólo un insensato podría hacerlo, como yo.
El Relativismo propio de esta sociedad ya no es un tema debatible, ya nada ni nadie puede discutir los sentimientos de otro porque cada persona es una filosofía individual, que se hace dogma y es invariable ante la realidad, porque lo que nos rodea ya no es una situación ni un contexto, sino que cada uno verá lo que le parezca según conveniencia y según le parezca a sus intereses.
Es tan peligrosa esta consideración que el simple hecho de que se expanda pone en serio riesgo cualquier ciencia pragmática, cualquier sentido de la realidad se tambalea con el valor totalmente inflado de unos pensamientos basados sólo en un narcisismo épico, en un fuero interno carente de cualquier sabiduría. En un mundo donde los sentimientos lo son todo, la realidad no es nada, y es ahí donde todo se desmorona. La ambición de los pocos que seguimos escudriñando las causas del comportamiento humano somos denostados por la estulticia de muchos.
Y después de toda esta parrafada en la que seguro estáis absortos preguntándoos "¿qué dice este mentecato?", decidme ¿es que en esta sociedad cabe algún tonto más?, ¿es que no están todos los medios de información llenos de auténticos soplagaitas queriendo saberse conocedores de la realidad objetiva y errando hasta hacerlo por costumbre?. No existe en casi ninguna parte el logro por el mérito, la satisfacción del trabajo bien hecho y la consecución de los objetivos. Somos una sociedad abnegada siempre a la satisfacción inmediata de unos sentimientos siempre exhacerbados.
Porque cuando los sentimientos lo son TODO, la Razón no es NADA. Y si no escribo esta insensatez, lo único que me quedaría sería soplar, y os aseguro que es "Demasiado para soplar" para tan poco escribir.
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