Se está en época de reformas y ajustes presupuestarios con la intención de estructurar el sistema público español para que funcione de manera eficaz y eficiente. Estos cambios están dando lugar a muchas reacciones, y en algunas ocasiones sería mejor que pensásemos lo que decimos antes de lanzar cualquier pulmonía al ambiente.
El Estado español tiene una deuda cercana al 80% del PIB, es decir, que si liquidamos la empresa puede que nos dé para retirarnos con más o menos vergüenza, pero si le sumamos la deuda de las empresas y los hogares españoles la cifra se eleva al 350% del PIB. Podemos vender nuestro patrimonio 3 veces y aún así seguiríamos siendo un país endeudado.
¿Cuáles son las áreas por dónde se desborda más gasto público? La Sanidad, la Educación y los Subsidios por Desempleo que abarcan el 70% del gasto. Por todos estos datos se demuestra que el Sistema Público actual es ineficiente desde su origen, caro e insostenible. Nos hemos acostumbrado en este País a incorporar Derechos que no podemos pagar y pensar que el dinero crece en los árboles.
Por eso me hace gracia escuchar a la gente decir que cómo van a pagar por una receta o por una consulta médica porque ya lo han pagado con sus impuestos, y realmente nos hemos endeudado hasta la ignominia por unos servicios que nosotros mismos no podemos costear.
Se pueden criticar las formas, a quiénes van dirigidas, la significancia, incluso la martirización del Gobierno por quedarse corto, ya que por ahora, todos esos servicios los están pagando nuestros acreedores, cuando no quieran ellos ¿quién lo va a pagar?
